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Miguel Ángel Sánchez y Manuel Espejo culminan la restauración del Cristo de la Columna de Montemayor

El patrimonio sacro de Montemayor ha vuelto a situarse en el centro de la atención con la presentación de la restauración del Cristo de la Columna, una intervención que ha permitido a la Cofradía de la Vera Cruz devolver al culto a su imagen titular tras ocho meses de un trabajo minucioso, pausado y profundamente respetuoso con su historia. La actuación ha sido desarrollada por los restauradores Manuel Espejo Mármol y el montillano Miguel Ángel Sánchez Jiménez, quienes han logrado restituir la estabilidad estructural y la lectura estética original de una talla concebida en el siglo XVII.


La imagen del Cristo de la Columna es, tal y como explican los propios restauradores, “una talla policromada de autor anónimo, datada en el siglo XVII”. Se trata, además, de una obra de notable valor histórico y devocional que, hasta las últimas décadas del siglo XX, no había sido objeto de intervenciones documentadas, conservando hasta ese momento su policromía original. Esa circunstancia convirtió la restauración actual en un ejercicio especialmente delicado, al tratarse de una obra que había mantenido intacta su esencia durante siglos.

Sin embargo, el paso del tiempo y determinadas actuaciones del pasado acabaron alterando de manera significativa su apariencia. En ese sentido, Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol detallan que “en un momento indeterminado del siglo pasado, del que no se conserva constancia documental, la imagen fue sometida a una profunda intervención que supuso la aplicación de una nueva policromía realizada con esmaltes sintéticos, alterando de manera significativa su acabado original”.

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A esta actuación se sumó una nueva intervención en el año 2000, cuando, como señalan los restauradores, “la talla volvió a ser intervenida para la sustitución de la peana y la columna originales, así como para la aplicación de diversos repintes destinados a ocultar daños visibles en la superficie”.

El resultado de esas modificaciones fue una imagen cuya lectura visual se alejaba cada vez más de la concepción barroca original. Además, bajo la superficie, comenzaban a manifestarse problemas de conservación que comprometían la estabilidad del conjunto. Por todo ello, la restauración recién presentada se planteó con un doble objetivo, tal y como explican sus autores: “devolver la estabilidad estructural a la obra y recuperar tanto su policromía original como la columna primitiva”.

La intervención ha sido posible gracias a las subvenciones para la restauración del patrimonio cofrade concedidas por la Diputación de Córdoba, una ayuda que ha permitido afrontar un proceso largo y técnicamente complejo. Con esta actuación, subrayan los restauradores, “se han restituido los valores históricos, artísticos y materiales de la imagen, favoreciendo una correcta lectura visual y permitiendo apreciarla de un modo más fiel a como fue concebida en el siglo XVII”.

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El trabajo se ha prolongado durante ocho meses y ha exigido una atención constante a cada detalle. Según explican Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol, “el proceso de intervención ha requerido actuaciones complejas, entre ellas el correcto ensamblaje de la talla con la peana; la unión de determinados ensambles alterados; y el tratamiento de diversos focos de hongos de pudrición parda detectados en el soporte de madera”. Son tareas que, aunque invisibles para el espectador, resultan esenciales para garantizar la conservación de la obra a largo plazo.

Junto a estos trabajos estructurales, la restauración ha permitido recuperar elementos clave de la expresividad original de la imagen. En este punto, los restauradores señalan que “se han eliminado los repintes existentes sobre el cristal de los ojos, recuperándose los ojos de cristal originales, elemento esencial para recuperar la expresividad y autenticidad de la imagen”. Un gesto que ha devuelto al Cristo de la Columna una mirada directa y profundamente humana, cargada del dramatismo propio del Barroco.

La restitución de la columna primitiva ha sido otro de los hitos del proyecto, devolviendo coherencia al conjunto escultórico y permitiendo que la imagen se contemple ahora con una fidelidad histórica que se había perdido con el paso de las décadas. El resultado, como resumen los propios restauradores, “ha supuesto una mejora sustancial tanto en la conservación material de la obra como en su percepción estética y devocional, garantizando su adecuada preservación para las generaciones futuras”.

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Esta intervención se enmarca en una trayectoria consolidada de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol en la restauración del patrimonio sacro de la provincia. No en vano, el pasado mes de agosto, Montilla Digital ya informaba de los trabajos que ambos especialistas desarrollaban en su taller sobre Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna de Montemayor y el Cristo del Mayor Dolor de Rute, dos imágenes que compartían entonces un mismo destino: recuperar la belleza que el paso del tiempo había ido velando.

En el caso del Cristo Amarrado a la Columna, su retirada del culto el 27 de abril marcó el inicio de un proceso destinado a rescatar su encarnadura original y a reparar las zonas más castigadas. Su profunda raigambre devocional en Montemayor, donde es custodiado en la Ermita de la Vera Cruz por la Cofradía de la Vera Cruz de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Soledad, añadía una responsabilidad emocional al rigor técnico del trabajo.

No es la primera vez que la labor de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol deja huella en el patrimonio sacro cordobés. En Montilla se recuerdan intervenciones como la recuperación del Cristo de la Agonía de la Ermita de Belén, la preservación de la Virgen de la Amargura, la restauración de María Auxiliadora o el trabajo sobre la antigua titular de la Hermandad del Nazareno, la Madre de Jesús.

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Fuera del municipio, han firmado actuaciones relevantes como la restauración de la Virgen de la Pasión y Ánimas y de los ángeles que acompañan a la Virgen de Araceli, en Lucena, así como su participación en la recuperación del conjunto escultórico del Rescate de Málaga.

Su trayectoria alcanzó incluso proyección nacional con motivo de la exposición conmemorativa del cuarto centenario de Pedro Roldán, celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Allí devolvieron a la vida el grupo de Santa Ana y la Virgen Niña del Convento de Santa Ana de Montilla, junto a los bustos relicarios de Santa Apolonia y una Virgen Mártir del Monasterio de Santa Clara, piezas en las que se eliminaron repintes, cera y suciedad acumulada durante siglos.

Ahora, con la restauración del Cristo de la Columna ya culminada y presentada ante los fieles, Montemayor vuelve a mirar a su patrimonio con orgullo renovado. La imagen regresa al culto no solo más estable y más fiel a su origen, sino también cargada de un mensaje silencioso pero elocuente: cuando el arte se cuida con conocimiento y respeto, el tiempo puede convertirse en un aliado y no en un enemigo.


EVA LARA - ASESORA PERSONAL INMOBILIARIA

SUMINISTROS AGRÍCOLAS LUQUE - MONTILLA


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