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Rafael Soto | De sensaciones y matarifes

En el marketing político, las sensaciones son más importantes que los hechos. Por tanto, en un momento en el que los partidos son poco menos que marcas, las sensaciones son relevantes para el análisis político.


El sanchismo ha mandado a Paz Esteban al carrer con unos argumentos poco sólidos, tirando a miserables. “Sustituida”, que no “destituida”. Los supremacistas catalanes necesitaban una cabeza a la que escupir y el Gobierno se la ha ofrendado con un ramo de flores. ¿Sensaciones?

No somos pocos los que tenemos la sensación de que ya no solo la salud pública está al servicio de los partidos, sino que la propia seguridad nacional también. Hay quien todavía no se ha enterado de que el Régimen del 78 es una partitocracia…

Y mientras el presidente del Gobierno suma un cadáver más en el campo de malvas de Moncloa, Alberto Núñez Feijóo triunfa como Los Chunguitos en su gira de verano en el Cercle d’Economia de Barcelona. Sensación fea, tirando a calcetín sucio remendado.

La extrema derecha va camino de un nuevo resultado histórico en Andalucía mientras que parte de las autodenominadas “izquierdas andalucistas” vuelven a hacer el ridículo. Otra vez. Mientras, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos van a lo suyo.

Corazón en mano, soy incapaz de percibir la más mínima diferencia relevante entre todas las taifas andalucistas más allá de personalismos y ambiciones varias. Otra sensación que, estoy convencido, percibe parte de la ciudadanía. Es difícil tomarlas en serio.

Las derechas ascienden, las pseudoizquierdas implosionan. Sánchez se aplica su manual de supervivencia. Una población cansada de vivir tantos hechos interesantes va a volver a ser movilizada en una cruzada entre buenos y malos. Sensación generalizada de agotamiento.

Y la impresión que yo tengo, desde las Elecciones a la Junta de Castilla y León (lo comentamos aquí), es que se cuece un cambio de rumbo. Que muchos socialistas empiezan a cansarse del Kennedy español. Sánchez ha hecho suyo el principio maquiavélico de que es mejor ser temido que amado. Ni es el primero, ni es el único entregado al innoble arte del amedrentamiento. Sin embargo, quizá, haya a quien le dé por pensar que puede haber otro matarife más misericordioso y menos quemado. La cuestión es cuándo.

Observemos la evolución de las elecciones andaluzas y sus consecuencias, con la esperanza de no ser los siguientes en pasar por el matadero.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO