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Pepe Cantillo | El niño que no quería nacer

Querido Teo, para finales de este mes de agosto está prevista tu llegada a la estación de la vida. Calculando el tiempo transcurrido, debiste acurrucarte en el vientre materno muy calladito, sin hacerte notar, para crecer milímetro a milímetro hasta el día que te tocase abandonar tan cómoda estancia. Llegar a la estación de la vida es todo un evento.



Para la mayoría de humanos, la vida antes de nacer es un misterio que nos acompaña como una gran interrogante hasta que más tarde salgamos de este “valle de lágrimas” porque, según algunas creencias, existe otro mundo maravilloso donde todo es alegría y felicidad. Te diré que todas las religiones sueñan con dicho paraíso que no es al que estás a punto de llegar. La pregunta es: ¿por qué no ir directos a dicho edén?

Teo, la vida antes de nacer se inicia en el seno materno a partir de un abrazo vital, nunca mejor dicho, entre tus progenitores. Desde ese momento, un espermatozoide y un óvulo se funden en otro abrazo que generará al nuevo ser, en este caso tú. Digamos que los padres plantan un arbolito que poco a poco se irá desarrollando, primero en la intimidad materna para después salir al sol de este mundo.

La pena es que de ese encuentro y de la ulterior estancia no recordamos nada; tampoco de la vida fetal ni del momento de nacer. Hay quien dice que dichas vivencias emergen más tarde en la vida adulta. Chico, reconozco que no lo sé. Hay quien dice que “cada ser que llega a la estación terrenal trae consigo su historia, sus miedos y anhelos”. También se dice que cada nuevo ser viene con un pan bajo el brazo (¿?).

No lo sé, Teo. Se dicen tantas cosas… Con alguna certeza sí que podemos afirmar que esta vida se inicia con la fecundación como momento clave que permite emprender el inicio del proyecto personal. ¡Bienvenido seas!

De momento, esto es solo un adelanto de lo que irás aprendiendo conforme vayas siendo mayor y tu capacidad de comprender a las personas, junto con las cosas que nos rodean, te permita interiorizar momentos, emociones, éxitos y fracasos, de los que también se aprende, aunque digan que no, máxime si solo defienden un eterno y falso mundo feliz.

El valor de la vida está ligado a momentos cargados de felicidad, de alegría, de placer y, a la par, de sufrimiento que puede traernos un dolor hiriente, una enfermedad, la pérdida de personas queridas, un tropezón con las piedras del camino. Éxito y fracaso, te repito, también educan y nos hacen más fuertes.

Para la mayoría de humanos, la vida antes de nacer es un misterio que nos acompaña como una gran interrogante hasta que llega el momento de salir de este mundo, es decir, de terminar esta vida. Quizás esa salida a la eternidad, que te confieso desconocer dónde se encuentra, podría darnos alguna información. Otro misterio más que se ciñe a nuestra cintura.

Desde las religiones, te repito, tanto la llegada como la marcha final son una incógnita. Teo, nacer es un compromiso que tú no has pedido y en el que ya estás implicado. Hay quien dice que sí lo has deseado, pero no me lo creo. Otros dirán que así lo quiso Dios. Siempre el misterio envuelve dicho momento.

Nacer y vivir comporta aceptar reglas establecidas y unos valores que nos engrandecen como sujetos y nos proyectan hacia los demás para compartir amor en el más amplio sentido de la palabra; primero con los seres queridos y, a continuación, con quienes nos rodean y están dispuestos a dar y recibir cariño, porque necesitamos de la generosidad de cada sujeto que llega a ella.

Posiblemente nacerás con cierto deje de pereza, dado que la mansión materna siempre será el lugar más cómodo para ti. Desde esa morada te deslizarás hacia un mundo en principio nuevo, extraño y poco a poco, arropado por la energía materna, asomarás tu curiosa cabecita buscando las estrellas y los ojos de tus progenitores. La vida te irá invadiendo poco a poco.

Se trata de nacer para vivir, pero también vivir para nacer día a día. El primer escalón –para vivir– comporta crecer como individuo singular recibiendo de los padres, de la familia, unas directrices que te indicarán parte del camino. Tú darás unos sollozos suaves hasta quedar arropado y tranquilizado en los brazos acogedores de la madre.

Quizás en ese “dar” esté el gozne que nos amarra a los demás. Se nace para amar, para ayudar, para compartir, para ser responsable tanto como libre; para dar lo que se pueda a los demás, para crear lazos de amistad, generosidad, solidaridad y, sobre todo, respeto.

En la estación de llegada te esperan contadas y escogidas personas. El resto esperaremos a que nos den noticias de la llegada y, sobre todo, saber si estás bien. Mientras tanto, tú solo verás diversos y extraños seres que se te parecen como humanos que somos. No tengas miedo: todos te queremos y, por eso, estamos pendientes de tu llegada.

Te aguardan con impaciencia tus padres, tu hermana Vera, tus tíos, tías, primos y los “abu”, que te adoran lo mismo que a tu hermana. Solo podemos prometer cuidarte, ser generosos contigo en mimos y sonrisas y el deseo de poder acompañarte un trecho del camino de tu vida.

Vamos a lo personal. Te imagino moreno con unos ojos negros sembrados de estrellas que derramarán una sonrisa dulce robada a ese supuesto y desconocido más allá que has dejado. Nunca pierdas esa mueca relajada que nos acompaña el nacer. Te imagino generoso y cargado de misterio como “secreto muy reservado y de importancia” para parecerte a tu padre, que todo lo resuelve, cuando no tiene respuesta, con un ¡misterio!

Tu nombre en la actualidad se identifica más con un personaje de libros infantiles que con el significado original de dicho nombre. Supongo que cuando llegues a dominar las palabras te preguntarán si te llamas como el “Teo del tebeo”.

Tu hermana, que es muy curiosa y predispuesta, te lo mostrará por doquier. Curiosidad. Teo es un municipio coruñés con un entorno agradable e interesante. Si te gustase viajar y te pica la curiosidad, podrás visitarlo cuando seas mayor.

¿Cuál es el origen de tal nombre? Te lo puedo explicar para que estés preparado. Teo es un nombre de origen griego relacionado con la religión y con el amor al prójimo. Significa “dios” y hace referencia a “la presencia de Dios” o “a quien Dios cubre con su presencia”. Posteriormente fue asumido por el cristianismo.

Dicen que los portadores de este nombre son agradables, amables y dulces. Esperemos que tu vida se mueva por dichos senderos. Dicen, a toro pasado, que la forma de ser de una persona está marcada de antemano por su nombre. Esto es una especie de indicio que no tiene por qué cumplirse, igual que los horóscopos. Pero hagamos una excepción.

Vamos con algo importante. Haciendo una foto psicológica de la personalidad de los llamados Teo, dicen que son sinceros y muy dóciles, nobles, que buscan que las personas que les rodean se sientan bien y felices en la medida que puedan colaborar a ello. El respeto junto a la honradez son los valores que más le interesan. Te recuerdo y te prevengo que si hay algo importante en este mundo, en primer lugar está la familia y, después, las amistades.

Tu onomástica, en caso de que quisieras celebrarla, es el 23 de enero. Te diré que en la actualidad se celebra más el día de nacimiento que el llamado "santo". A lo largo del camino te irán guiando en un sentido u otro, para que seas tú quien elija la festividad.

Existe la costumbre de abreviar los nombres o alterarlos cariñosamente. Por ejemplo, Juan suele cambiarse por Juanito. Pepe, por Pepito o Pepillo, que así me llamaba mi “papagüelo” José. En tu caso lo tenemos difícil, pues Teo es un nombre tan cortito que poco se puede cambiar. "Teín" o "Teíto" ya sonaría raro.

Bienvenido a este mundo, aunque, en estos momentos, está algo revuelto. Atravesamos una etapa cargada de incertidumbre, enfermedad y muertes. Un virus nos maltrata por doquier. Tu generación está bautizada como la “Generacion Covid”. Te protegeremos en todo momento para que seas feliz pero sin hacer daño a los demás.



No te canso más, pequeño. La vida se inicia con la gestación y termina con la muerte. Duremos el tiempo que duremos, cada día nacemos un poquito más al percibir y descubrir una serie de elementos que nos rodean y hacen que enfoquemos nuestro caminar por un sendero u otro. A la par, día a día, nos vamos desprendiendo de un poco de vida que furtiva se escapa de los rincones del cuerpo.

Pero no te asustes, siempre podrás gozar de los seres queridos que rondarán tu jardín buscando una sonrisa de amapola desprendida de tus labios. La foto que adjunto es de tu padre. Me encanta esa amapola navegando solitaria en un supuesto mar de trigo bailarín y fértil. No tardes más en llegar.

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: DAVID CANTILLO