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Rafael Soto | Un cambio de modelo

El pasado lunes se publicó en el BOE el Real Decreto-ley 25/2020, de 3 de julio, de medidas urgentes para apoyar la reactivación económica y el empleo. Una medida fundamental, dentro de un programa más amplio. Una medida conservadora, pero a la que es difícil criticar con justicia.



El real-decreto garantiza un apoyo económico para el sector turístico, automovilístico y, por supuesto, a las empresas estratégicas, entre otras medidas de calado. También supone la continuación de medidas sociales populares, como la moratoria de la ejecución de desahucios y cortes de suministros a personas en situación vulnerable.

En cualquier caso, el texto parece estar más preocupado de garantizar la sostenibilidad del modelo económico actual y de renovar los sectores que dan más empleo –en especial, el turístico y el automovilístico–, que en plantear una transformación de la economía española. Y es que es reflejo de una política económica más amplia que parece no estar interesada en cambios de calado.

No vamos a defender a estas alturas a este Gobierno pseudoprogresista. Sin embargo, en este punto hay que ser justo: hiciera lo que hiciera, iba a ser criticado. Apoyando a los sectores que dan más empleo en este país, y fomentando su renovación, lo podemos criticar de conservador. Si no los apoyara y promoviera una transformación más profunda, fomentando nuevos sectores para renovar el modelo económico del país, lo estaríamos acusando de hacer experimentos con gaseosa. Fastidiado queda, haga lo que haga.

Por lo demás, tampoco se le puede acusar de una carencia de imaginación que comparten los países de nuestro entorno. La Gran Recesión fue una oportunidad perdida por Europa para implantar un cambio del modelo económico dentro de la Economía de Mercado –nos guste más o menos, es el único que tenemos en este momento–.

Volvemos a caer en los mismos errores. Ahora, en la era del covid-19, volvemos a tener una oportunidad, casi mejor que la anterior, para cambiar el mundo. ¿Y qué se va a hacer? Nada. No hay ideas. Hay tiros en el aire. Pinceladas en un cuadro. El ecologismo, en lo que respecta a su defensa de la sostenibilidad, es una perspectiva o, quizá, una meta. Sin embargo, no es una ideología, ni un modelo económico en sí. Asimismo, la economía social es un concepto interesante, potente incluso, pero que necesita integrarse en un modelo más amplio.

Por otro lado, medidas aisladas como la renta básica, la tasa Tobin y otras medidas de hondo calado social –y que han sido apoyadas por eminentes académicos, entre los que destaca el carismático Thomas Piketty–, son insuficientes e, incluso, contraproducentes si no se enmarcan dentro de un programa de medidas más amplio.

En Europa nos está faltando imaginación para buscar un modelo económico que sea más sostenible y aproveche la creciente sobrecualificación de la población. Cabe preguntarse qué está haciendo la Academia, y si se la está ignorando, en la necesaria reinvención del Estado Social.

No podemos pedirles innovación a esos apolillados gurús del siglo XX, que no quisieron ver la Gran Recesión y cuya única receta válida ha sido una austeridad que ha ampliado la brecha social. Europa necesita ideas, y España con ella, y sólo pueden venir del mundo académico.

Si hay algo que debemos tener claro es que el salto social y económico que necesitan España y Europa no vendrán por incluir en discursos las palabras ‘ecologismo’, ‘sostenibilidad’ o ‘economía social’. Ese salto que tanto necesitamos vendrá de una revisión amplia del modelo económico y social, donde se siembren las semillas de un auténtico Estado Social. Un progreso al que es inherente la sostenibilidad del nuevo modelo, la centralización de la gestión de los recursos del Estado, si es que no hay que cederlo a entidades supranacionales, y la reducción de la brecha social.

El actual Gobierno puede ser criticado por muchas cosas. Sin embargo, el citado real-decreto no puede ser una de ellas. Europa necesita de la Academia, y la Academia debe ser escuchada por políticos capaces y valientes, que sepan comprender la necesidad de un auténtico salto cualitativo en materia económica y social.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO