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Rendidas a tus pies

Hace tiempo, un tal Sostres (si buscáis por Internet a Salvador Sostres os saldrá el personaje) manifestaba que comprendía al joven rumano que había matado a su novia embarazada de cinco meses y enviado la foto por webcam a los padres de la chica. Sostenía que el autor del crimen era un chico normal, que había sentido su vida destrozada ante la confesión recibida de que no estaba embarazada de él.

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A este chico “normal” parece ser que no se le pasó por la cabeza dejar a su novia y alejarse de ella ante el fuerte engaño sufrido. El tal Sostres, que aparte de escribir en El Mundo participa en una tertulia de la televisión autonómica de Madrid, es de los que creen que las mujeres son propiedad de los hombres, los cuales pueden decidir en última instancia de si aquellas “merecen” continuar viviendo cuando engañan a sus amos, o estos se sienten engañados.

Aunque parezca que estoy hablando de especimenes a punto de la extinción, lo cierto es que abundan más de lo que uno pueda pensar. Basta rascar un poco en esa “España profunda” que subyace bajo la capa de modernidad para encontrar a ese macho ibérico que pulula por nuestra geografía (aunque en este caso concreto el joven sea rumano).

No es necesario irse a pueblos perdidos en los más recónditos lugares para tropezarse con ellos. Hoy en día, se mueven como peces en el agua, no solo en los medios de comunicación tradicionales sino también en los más recientes de tipo digital.

Abundan dentro de esos tertulianos que saltan matinalmente en las ondas hertzianas o dentro de los columnistas de la prensa escrita. Muy fácilmente les sale el recio íbero que llevan escondido, y a la primera de cambio se destapan con un repertorio de insultos casposos que acumulan en su léxico.

¿Y todo esto qué tiene que ver con la publicidad? ¿No le estoy dando excesiva importancia a un tema al que la gente apenas le preocupa, ya que somos los docentes los que estamos empeñados en sacarle punta a todo lo que no encaja en nuestras ideas? Pues la verdad, yo creo que la publicidad tiene su parte de responsabilidad en que se mantengan vigentes bastantes estereotipos que habría que arrinconar.

Como indicaba en el artículo anterior, la publicidad no es nada inocente, ya que en muchas ocasiones nos propone los modelos más rancios (eso sí, bajo el barniz de modernidad), llegando a un sector de la población, sean jóvenes o mayores, que se encuentra fortalecido cuando ve que hay muchos mensajes publicitarios que refuerzan sus esquemas mentales.

Es cierto, también, que la publicidad ha ido evolucionando y que anuncios como los que vamos a ver a continuación ya no son tan frecuentes. Sin embargo, su permanencia es un síntoma de que la idea del hombre como ser superior a la mujer está muy arraigada en amplias capas sociales. Así, hombres o chicos “normales”, como apuntaba el tal Sostres, se convierten en seres muy violentos cuando se ven cuestionados, no se les obedece o simplemente no se responde a sus caprichos.

Del amplio archivo de imágenes publicitarias que tengo, he seleccionado tres para que podamos comentarlas y ver que el esquema de la mujer sumisa y rendida a los pies de los hombres para complacer sus apetencias y necesidades, especialmente sexuales, está a la orden del día.

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Comenzamos por el anuncio de la marca de ropa deportiva Puma. En él, vemos a Guti, exjugador del Real Madrid y del Beşiktaş turco, sentado en una especie de trono dorado, dentro de un salón lleno de viandas, joyas, bebidas… Toda una especie de lujo hortera que rodea el protagonista. A sus pies, dos chicas, de ropas ligeras, transparentes y ajustadas, que ayudan a “su señor” a cumplir el lema de Todo o nada que acompaña a las imágenes.

Es un anuncio digno de Silvio Berlusconi, ese patético ex primer ministro italiano, que representa al viejo verde, rico y decadente, que se resiste a aceptar su declive humano y se rodea de jovencitas (las conocidas como velinas) a las que invitaba a su Villa Certosa para montar esas orgías adobadas con viagras.

Pero no solamente en la mente del viejo caduco asoman las jovencitas que, previo pago de favores, rodean y adulan una masculinidad que necesita ser admirada por el género femenino.

PULSE PARA AMPLIAREn el segundo caso es un chico joven el que protagoniza un anuncio de ropa masculina. ¿Y qué encontramos en él? Pues un esquema un tanto parecido al anterior, aunque en este caso la sobreabundancia de objetos quede un tanto reducida.

De este modo, las dos chicas que les acompañan se las ve también preparadas para complacer las fantasías eróticas que pudiera reclamar el joven. Pero lo que unifica ambas imágenes es la estética hortera que rodea a los protagonistas de estas escenas.

Resulta curioso, pero cuando observamos estos anuncios proyectados en la pantalla del aula, la reacción de las alumnas es totalmente distinta a la de los alumnos: por parte de ellas hay un rechazo mayoritario a la presentación que se hace del género femenino; sin embargo, a los alumnos les parece más normal y no encuentran ese “machismo” que sus compañeras de curso les atribuyen a las escenas mostradas.

No deja de ser una manifestación de que, en gran medida, a los que pertenecen al sexo masculino no les molestan esas imágenes y les parecen normales; mientras que las chicas no se ven representadas en esos anuncios, ya que las escenas responden a los esquemas de pensamiento o a las fantasías eróticas del otro sexo.

PULSE PARA AMPLIARPor último, traigo un tercer anuncio de la marca de preservativos Oxydo. Creo que se comprende bastante bien el significado de las imágenes masculina y femenina dentro de la escena. Ella mira asombrada a la entrepierna de su pareja masculina, y uno se pregunta: ¿Es la octava maravilla del mundo lo que contempla la chica? Dejo la interrogante abierta, ya que la imagen se presta a distintas respuestas, según la mirada del espectador o espectadora que contempla el anuncio.

Quisiera cerrar este corto artículo indicando que en la lucha por la igualdad de derechos queda mucho camino que recorrer, pues el hecho de que existan personajes, como el tal Sostres o Berlusconi, que reciben el aplauso y la admiración de algunos, es indicio de que todavía estamos lejos de una sociedad en la que hombres y mujeres se sientan en igualdad de condiciones.

AURELIANO SÁINZ
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