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El Ocaso de los Dioses (1)

El 20 de noviembre de 1975 fue una fecha clave para la historia de este país, pues ese día murió el militar que lo mantuvo durante casi cuarenta años bajo una férrea, sangrienta y cruel dictadura. Aquellos que pudieron conocerla no lo olvidarán, pues aquel día supuso el inicio de un cambio que muchos deseábamos y por el que tanto se había luchado.

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Bien es cierto que el período que siguió inmediatamente a la muerte del dictador eran tiempos inciertos, aunque se tenía la convicción de que lo que vendría tendría que colmar muchas de las aspiraciones que tanto anhelaba el pueblo español.

Puesto que es un periodo amplio, entiendo que no es posible entrar a fondo en esa etapa que acabó denominándose como la Transición, que durante décadas fue ensalzada como modelo de cambio de un régimen a otro, de una dictadura a una democracia.

Sin embargo, hoy no está tan claro que aquella Transición fuera tan modélica, ya que se estaba bajo la atenta mirada de unas fuerzas armadas que fueron uno de los pilares en los que se asentó el régimen franquista, por lo que los logros llegaron a ser más limitados de lo que podía alcanzarse.

Han transcurrido casi cuatro décadas desde entonces, de modo que los historiadores pueden relatar con fundamentación y objetividad lo que supuso ese cambio. Lo cierto es que los inicios de una democracia, en un país que apenas la había conocido a lo largo de su Historia, implicaban estrenarse en unos hábitos desconocidos para la población.

En la actualidad nos encontramos en una democracia que nadie cuestiona como forma o estructura de Estado, aunque haya entrado en una crisis de gran envergadura, ya que aparecen grietas del edificio por casi todos los lados. Y entre los muchos actores que han abierto una enorme zanja en sus cimientos se encuentra uno de los tres personajes que aparecen en un cartel de aquellos años convulsos, por lo que me ha parecido interesante echar una mirada hacia atrás y repasar los medios de propaganda de algunos de los principales partidos políticos que protagonizaron el cambio.

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Puesto que tengo un extenso archivo de lo que fueron las campañas políticas y electorales durante estas últimas décadas, me ha sorprendido encontrarme con este cartel del que no tenía noticias, y que hoy adquiere un singular significado por el personaje que ocupa el centro del mismo: Jordi Pujol.

También me ha llamado la atención el hecho de que el diseñador acudiera a un dibujo para plasmar a los tres políticos que lo protagonizan. Pero esto que actualmente nos puede parecer una ingenuidad, por entonces no era nada anormal, pues se comenzaban a elaborar las primeras campañas de persuasión política, sin que se tuviera la preparación de los tiempos actuales.

El primero de los que aparecen es Ramon Trias i Fargas, el que fuera líder de la extinta Esquerra Democràtica de Catalunya, fallecido en 1988. Su partido acabaría fusionándose pronto con Convergència Democràtica de Catalunya, fundado por Jordi Pujol. (Escribo los nombres en catalán, puesto que era así como aparecía en la publicidad de esta coalición electoral).

El tercero es Verde Aldea, al que no conozco; sin embargo, por el logotipo puede comprobarse que era el representante del Partido Socialista catalán en esa singular coalición.

Ha llovido mucho desde entonces, tanto que el que llegaría a ser como molt honorable ha caído estrepitosamente desde lo alto del pedestal en el que se encontraba encumbrado. Y, de momento, ha aplastado toda la historia que se había forjado con su figura. Veremos si deja más “cadáveres” en su estrepitoso desplome…

Cuando vi el cartel, a la mente me vino el título de una ópera de Richard Wagner, El ocaso de los dioses, es decir, el crepúsculo de esos pequeños dioses que llegaron a ser algunos líderes políticos, muy admirados o muy cuestionados, según las simpatías o antipatías que suscitaran.

Sin embargo, el paso del tiempo ha ido borrando sus figuras: fuera porque fallecieron, porque utilizaron “puertas giratorias” para sus salidas, porque se cansaran del partido del que partían y buscaron acomodo en otro, porque los electores les dieron las espaldas, porque les ha resultado mucho más lucrativo defender legalmente a alguna infanta, etc.

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Por aquellos años, el líder del partido era un ser incuestionable y admirado hasta el paroxismo por sus incondicionales. Podemos decir que su nombre, junto a las siglas y al logotipo del partido, formaba como una especie de triángulo equilátero, fuerte, rígido e inamovible. Es lo que sucede en este cartel de entonces, en el que el lema no deja lugar a ninguna duda: “Votar centro es votar Suárez”.

En el propio cartel se juega con la palabra ‘centro’, aludiendo y relacionando el ‘centro político’ con el término inicial del nombre del partido: Centro Democrático y Social (CDS), fuerza política que encabezaba Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia española.

Recordemos que las primeras Elecciones Generales se celebraron en 1977, siendo Adolfo Suárez, el líder de la denominada Unión de Centro Democrático (UCD) que aglutinaba a más de trece formaciones políticas, el que las ganara.

Pero estas primeras elecciones tenían como finalidad la creación de un Parlamento que elaborara una Constitución para ser refrendada en las urnas por el pueblo español; hecho que aconteció al año siguiente en 1978.

Un año después, en 1979, se celebran de nuevo las segundas Elecciones Generales que volvieron a ratificar a Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno, ya que la UCD obtuvo 168 escaños, al tiempo que los dos partidos que le seguían en número de escaños fueron PSOE-PSC con 121 y el Partido Comunista con 23.

Sin embargo, los embates y polémicas internas de las formaciones de la UCD dieron lugar a que no tuviera continuidad, por lo que Adolfo Suárez, junto a otros seguidores, crearon el Centro Democrático y Social (CDS). Pero las expectativas que suponían no se cumplieron y el CDS apenas tuvo representación parlamentaria, lo que conllevó a su posterior desaparición.

Por otro lado, y como todos podemos recordar, Adolfo Suárez falleció el 23 de marzo de este año, habiendo alcanzado la edad de 81, tras sufrir alzhéimer en su último período de vida.

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Si nos ha llamado la atención el cartel en el que aparece Jordi Pujol, no lo es menos el que saca el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las primeras elecciones de 1977. Del mismo se encargaría José Ramón Sánchez, uno de los grandes ilustradores de nuestro país, que este mismo año ha recibido el Premio Nacional de Ilustración concedido por el Ministerio de Cultura a toda su trayectoria.

Desde nuestra óptica actual, entenderíamos que este cartel, algo naif, se presenta con una ingenuidad imposible hoy de defender. Pero eran tiempos en los que se tanteaba y se buscaba el modo de acceder a una gente de la que no se conocía muy bien sus gustos e inclinaciones políticas.

En el mismo, se nos muestra en el centro del dibujo a Felipe González, que por entonces contaba con 35 años, arropado a su derecha por dos trabajadores y a su izquierda por un ejecutivo y una campesina. El fondo es un tanto idílico: un sol naciente, tras una nubes, que asoma sobre distintos escenarios: fábricas, mar con un barco, ciudad y campo. Con ello se quería indicar que se pedía el voto a todos los sectores sociales.

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Aunque las campañas electorales se planificaban con un cartel principal, se lanzaban otros diversos para no hacer agotadora una imagen que pudiera generar cansancio en el electorado. De igual modo, se buscaba un eslogan que fuera el lema que se repitiera en todos los actos. En el caso del PSOE, se acuñó “La libertad está en tu mano”, aludiendo a la imagen de su logotipo en el que aparecía una mano con un puño cerrado cogiendo una rosa.

Pero el cartel que más mostraba la idea de liderazgo es este segundo que presento, en el que aparece una foto en primer plano de un joven Felipe González que dirige la vista hacia un lado, evitando la mirada directa al espectador. Debajo se encuentra un lema que implica una interrogación: “Qué es el PSOE”.

De inmediato, el espectador tiende a responder mentalmente: “El PSOE es Felipe González”. Respuesta rápida y contundente, pues era el líder carismático del Partido Socialista. A todo esto se le suman las connotaciones de juventud, limpieza, serenidad, futuro, etc., con las que el publicista había construido su imagen.

Han transcurrido muchos años. Han pasado casi cuatro décadas desde que salieron a la calle estos carteles. Al mayor líder que ha tenido el PSOE le han seguido otros hasta llegar al actual Pedro Sánchez.

Hoy Felipe González vive una jubilación dorada. Forma parte de la historia contemporánea de ese país. Tiene detractores que le sacan un repertorio de acusaciones (OTAN, GAL, Filesa, Gas Natural, su amigo Carlos Slim…) e incondicionales admiradores que describen todos los logros alcanzados durante su larga etapa de presidente del Gobierno de este país… Luces y sombras que le acompañarán a lo largo de su vida y más allá de ella.

AURELIANO SÁINZ
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