La Biblioteca Municipal de Nueva Carteya acogió ayer la primera cata promovida en la localidad por la Asociación Cultural Vino en Rama, una cita organizada a petición del Ayuntamiento y enmarcada dentro de la programación de la undécima edición de la muestra del Aceite Fresco de la feria Óleo Carteya, que congregó a un numeroso público y despertó una expectación poco habitual en este tipo de encuentros.
La actividad formó parte del plan de difusión que la asociación viene desarrollando para acercar al público la esencia de estos vinos singulares y la cultura que los sostiene. La sesión estuvo dirigida por el gerente de la entidad, Cristóbal Luque, quien abrió la tarde con una explicación detallada sobre el significado real de los vinos en rama y los rasgos que los distinguen.
En ese contexto, señaló los atributos que definen a estos vinos. “Jóvenes o viejos, blancos o con color, tranquilos o generosos pero sin clarificar, sin filtrar y sin estabilizar, se muestran más íntegros, más completos, con todas sus cualidades intactas, desplegando su personalidad con más naturalidad”, recalcó, para añadir que se trata de “vinos, con esencia y alma, que van directos al paladar”.
A partir de ahí, Luque contextualizó el nacimiento de la Asociación Cultural Vino en Rama, una iniciativa impulsada por bodegueros de Moriles y Montilla preocupados por preservar una forma de elaborar y entender el vino que se remonta a generaciones atrás.
Cristóbal Luque explicó que la entidad surgió por la inquietud de proteger y defender estos vinos que, pese a la evolución tecnológica, siguen teniendo plena vigencia por la cultura que los envuelve, con el objetivo de “amparar y difundir estos valores”.
El gerente de Vino en Rama se adentró después en las particularidades de la zona de origen, deteniéndose en la versatilidad de la uva Pedro Ximénez, eje vertebrador de los vinos catados, y en las condiciones de clima y suelo que definen el carácter del marco vitivinícola Montilla-Moriles.
Especial protagonismo tuvieron las zonas de Calidad Superior de Moriles Altos y la Sierra de Montilla, de donde procedían muchos de los vinos protagonistas de la cata. En ese recorrido, Luque explicó la importancia de los suelos de albariza, formados hace millones de años durante el Oligoceno y el Cretácico, emergidos del mar, y responsables de esa finura, elegancia y personalidad tan reconocible en estos vinos.
Tradición e innovación se dieron también la mano en su intervención al describir los procesos de vinificación actuales, en los que las técnicas clásicas conviven de forma natural y armónica con los avances contemporáneos. Con ese contexto, la teoría dio paso a la práctica y comenzó una cata comentada, bodega a bodega, con vinos elaborados principalmente con la variedad Pedro Ximénez y otras variedades preferentes.
El recorrido sensorial se abrió con el vino joven Chusneo, del Lagar de la Primilla, procedente de la Sierra de Montilla, zona de Calidad Superior. Se trata de un vino bien equilibrado, floral y frutado, alegre y sutil, que sirvió como bienvenida al conjunto de vinos presentados.
A continuación se cató el joven de aguja semidulce Caprichoso, de Bodegas Robles, un vino ecológico de entrada fácil y de paladar muy agradable, que despertó numerosos comentarios entre el público por su frescura y amabilidad en boca.
La cata prosiguió con un vino nuevo de tinaja de Bodegas Maíllo, también de la Sierra de Montilla, elaborado a partir del mosto yema de la primera prensada. Se presentó como un vino muy frutado, ligeramente carbónico, equilibrado y ligero, reflejo de una elaboración cuidada desde su origen.
Tras los vinos jóvenes, llegó el turno de los vinos con crianza biológica, siempre dentro del concepto de vinos en rama. Debutó el Fino en Rama sin filtrar de Bodegas Doblas, elaborado con cien por cien Pedro Ximénez y con tres años de crianza bajo velo de flor. Se presentó con turbidez natural, aroma intenso y una personalidad expresiva marcada, procedente de los históricos pagos de Moriles Altos, zona de Calidad Superior.
El siguiente vino fue el Amontillado del Lagar de Los Frailes, un vino excelso de Moriles Altos, también cien por cien Pedro Ximénez, con dos crianzas —biológica y oxidativa—, procedente de vinos viejos con unos quince años de envejecimiento. Su perfil punzante, amargoso, salino, sutil y delicado dejó una huella clara en la secuencia de la cata.
Le siguió un especial Oloroso en rama de Bodegas Delgado, de color caoba, con sabores aterciopelados, gran cuerpo y un largo recuerdo en boca que se extendía más allá del primer sorbo. La tanda de vinos se cerró con un gran vino Pedro Ximénez de quince grados de la Bodega Cooperativa Jesús Nazareno, un vino dulce con envejecimiento, glicérico, denso y untuoso, goloso y equilibrado al mismo tiempo, que puso el broche más envolvente a la fase final de la cata.
Como colofón de una tarde que Cristóbal Luque supo conducir de forma amena y distendida, se degustó el galardonado Vermut Raigones del Lagar Los Raigones, muy bien presentado, de color granate rojizo, elaborado a base de Pedro Ximénez y una cuidada selección de botánicos bien macerados e integrados, que dieron lugar a una bebida equilibrada, dulce pero agradable, sedosa y de gusto largo.
La sesión concluyó con una sensación compartida de satisfacción entre organizadores y asistentes, que destacaron la intensidad de las sensaciones vividas y el valor de una iniciativa que, según se puso de manifiesto, seguirá dando nuevos frutos en el futuro.
Este tipo de actividades entronca directamente con la filosofía de la Asociación Cultural Vino en Rama, que fue presentada oficialmente en Córdoba en marzo del pasado año tras haber nacido en 2021 por iniciativa de varios bodegueros de la zona. Las bodegas del proyecto —Lagar Los Borbones, Lagar de Casablanca, Lagar La Primilla, Bodegas Doblas, Lagar Los Raigones, Lagar de los Frailes, Bodegas Maillo, Bodegas San Pablo, Bodegas Robles y Bodegas Jesús Nazareno— decidieron entonces unir sus fuerzas en un proyecto que, en palabras de Cristóbal Luque, “promete redefinir la manera en que se aprecian y disfrutan los vinos en rama”.
En aquella puesta de largo, el propio Luque subrayó que la asociación busca “preservar la autenticidad y especificidad de los vinos en rama, arraigados en la cultura y en la historia de la tierra, donde el ritual de compartir una copa en la bodega o en la taberna con amigos y familiares sigue siendo una costumbre extendida”.
Por su parte, el presidente de la asociación, Francisco Robles, destacó entonces que la difusión de los vinos en rama abarca la innovación, la economía, el desarrollo humano y territorial y la sostenibilidad medioambiental, y aseguró que “la asociación se compromete a promover y divulgar la cultura y la tipicidad de los vinos en rama donde quiera que se elaboren bajo criterios de calidad y garantía”.
Con una clara vocación de liderazgo nacional, la entidad se configura como un “punto de referencia para todos los amantes del vino en España”, y anunció que se llevarán a cabo diversas actividades y encuentros culturales dirigidos a profesionales del campo, viticultores, bodegueros, gastrónomos, entusiastas del enoturismo, consumidores e investigadores.
En ese camino se enmarca precisamente la cata celebrada ayer en Nueva Carteya, una experiencia que permitió a los asistentes viajar, copa a copa, por la identidad líquida de Montilla y Moriles, comprendiendo que detrás de cada vino en rama no solo hay técnica, sino también memoria, paisaje y una forma pausada de entender la vida.
La actividad formó parte del plan de difusión que la asociación viene desarrollando para acercar al público la esencia de estos vinos singulares y la cultura que los sostiene. La sesión estuvo dirigida por el gerente de la entidad, Cristóbal Luque, quien abrió la tarde con una explicación detallada sobre el significado real de los vinos en rama y los rasgos que los distinguen.
En ese contexto, señaló los atributos que definen a estos vinos. “Jóvenes o viejos, blancos o con color, tranquilos o generosos pero sin clarificar, sin filtrar y sin estabilizar, se muestran más íntegros, más completos, con todas sus cualidades intactas, desplegando su personalidad con más naturalidad”, recalcó, para añadir que se trata de “vinos, con esencia y alma, que van directos al paladar”.
A partir de ahí, Luque contextualizó el nacimiento de la Asociación Cultural Vino en Rama, una iniciativa impulsada por bodegueros de Moriles y Montilla preocupados por preservar una forma de elaborar y entender el vino que se remonta a generaciones atrás.
Cristóbal Luque explicó que la entidad surgió por la inquietud de proteger y defender estos vinos que, pese a la evolución tecnológica, siguen teniendo plena vigencia por la cultura que los envuelve, con el objetivo de “amparar y difundir estos valores”.
El gerente de Vino en Rama se adentró después en las particularidades de la zona de origen, deteniéndose en la versatilidad de la uva Pedro Ximénez, eje vertebrador de los vinos catados, y en las condiciones de clima y suelo que definen el carácter del marco vitivinícola Montilla-Moriles.
Especial protagonismo tuvieron las zonas de Calidad Superior de Moriles Altos y la Sierra de Montilla, de donde procedían muchos de los vinos protagonistas de la cata. En ese recorrido, Luque explicó la importancia de los suelos de albariza, formados hace millones de años durante el Oligoceno y el Cretácico, emergidos del mar, y responsables de esa finura, elegancia y personalidad tan reconocible en estos vinos.
Tradición e innovación se dieron también la mano en su intervención al describir los procesos de vinificación actuales, en los que las técnicas clásicas conviven de forma natural y armónica con los avances contemporáneos. Con ese contexto, la teoría dio paso a la práctica y comenzó una cata comentada, bodega a bodega, con vinos elaborados principalmente con la variedad Pedro Ximénez y otras variedades preferentes.
El recorrido sensorial se abrió con el vino joven Chusneo, del Lagar de la Primilla, procedente de la Sierra de Montilla, zona de Calidad Superior. Se trata de un vino bien equilibrado, floral y frutado, alegre y sutil, que sirvió como bienvenida al conjunto de vinos presentados.
A continuación se cató el joven de aguja semidulce Caprichoso, de Bodegas Robles, un vino ecológico de entrada fácil y de paladar muy agradable, que despertó numerosos comentarios entre el público por su frescura y amabilidad en boca.
La cata prosiguió con un vino nuevo de tinaja de Bodegas Maíllo, también de la Sierra de Montilla, elaborado a partir del mosto yema de la primera prensada. Se presentó como un vino muy frutado, ligeramente carbónico, equilibrado y ligero, reflejo de una elaboración cuidada desde su origen.
Tras los vinos jóvenes, llegó el turno de los vinos con crianza biológica, siempre dentro del concepto de vinos en rama. Debutó el Fino en Rama sin filtrar de Bodegas Doblas, elaborado con cien por cien Pedro Ximénez y con tres años de crianza bajo velo de flor. Se presentó con turbidez natural, aroma intenso y una personalidad expresiva marcada, procedente de los históricos pagos de Moriles Altos, zona de Calidad Superior.
El siguiente vino fue el Amontillado del Lagar de Los Frailes, un vino excelso de Moriles Altos, también cien por cien Pedro Ximénez, con dos crianzas —biológica y oxidativa—, procedente de vinos viejos con unos quince años de envejecimiento. Su perfil punzante, amargoso, salino, sutil y delicado dejó una huella clara en la secuencia de la cata.
Le siguió un especial Oloroso en rama de Bodegas Delgado, de color caoba, con sabores aterciopelados, gran cuerpo y un largo recuerdo en boca que se extendía más allá del primer sorbo. La tanda de vinos se cerró con un gran vino Pedro Ximénez de quince grados de la Bodega Cooperativa Jesús Nazareno, un vino dulce con envejecimiento, glicérico, denso y untuoso, goloso y equilibrado al mismo tiempo, que puso el broche más envolvente a la fase final de la cata.
Como colofón de una tarde que Cristóbal Luque supo conducir de forma amena y distendida, se degustó el galardonado Vermut Raigones del Lagar Los Raigones, muy bien presentado, de color granate rojizo, elaborado a base de Pedro Ximénez y una cuidada selección de botánicos bien macerados e integrados, que dieron lugar a una bebida equilibrada, dulce pero agradable, sedosa y de gusto largo.
La sesión concluyó con una sensación compartida de satisfacción entre organizadores y asistentes, que destacaron la intensidad de las sensaciones vividas y el valor de una iniciativa que, según se puso de manifiesto, seguirá dando nuevos frutos en el futuro.
Un colectivo que apuesta por la zona
Este tipo de actividades entronca directamente con la filosofía de la Asociación Cultural Vino en Rama, que fue presentada oficialmente en Córdoba en marzo del pasado año tras haber nacido en 2021 por iniciativa de varios bodegueros de la zona. Las bodegas del proyecto —Lagar Los Borbones, Lagar de Casablanca, Lagar La Primilla, Bodegas Doblas, Lagar Los Raigones, Lagar de los Frailes, Bodegas Maillo, Bodegas San Pablo, Bodegas Robles y Bodegas Jesús Nazareno— decidieron entonces unir sus fuerzas en un proyecto que, en palabras de Cristóbal Luque, “promete redefinir la manera en que se aprecian y disfrutan los vinos en rama”.
En aquella puesta de largo, el propio Luque subrayó que la asociación busca “preservar la autenticidad y especificidad de los vinos en rama, arraigados en la cultura y en la historia de la tierra, donde el ritual de compartir una copa en la bodega o en la taberna con amigos y familiares sigue siendo una costumbre extendida”.
Por su parte, el presidente de la asociación, Francisco Robles, destacó entonces que la difusión de los vinos en rama abarca la innovación, la economía, el desarrollo humano y territorial y la sostenibilidad medioambiental, y aseguró que “la asociación se compromete a promover y divulgar la cultura y la tipicidad de los vinos en rama donde quiera que se elaboren bajo criterios de calidad y garantía”.
Con una clara vocación de liderazgo nacional, la entidad se configura como un “punto de referencia para todos los amantes del vino en España”, y anunció que se llevarán a cabo diversas actividades y encuentros culturales dirigidos a profesionales del campo, viticultores, bodegueros, gastrónomos, entusiastas del enoturismo, consumidores e investigadores.
En ese camino se enmarca precisamente la cata celebrada ayer en Nueva Carteya, una experiencia que permitió a los asistentes viajar, copa a copa, por la identidad líquida de Montilla y Moriles, comprendiendo que detrás de cada vino en rama no solo hay técnica, sino también memoria, paisaje y una forma pausada de entender la vida.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: VINO EN RAMA
FOTOGRAFÍA: VINO EN RAMA































