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Carmen Giménez Alvear | Mujeres bodegueras, mujeres Alvear (II)

Como continuación del artículo anterior, en el que repasamos la biografía de Luisa Ward de Alvear, esta semana quiero centrarme en otras dos mujeres de mi familia, Sabina y Candelaria Alvear, que destacaron en una época compleja gracias a su formación multidisciplinar y, sobre todo, a su determinación para sacar adelante los negocios y a sus respectivas familias.


Sabina Alvear y Ward


Sabina Alvear y Ward fue realmente una mujer adelantada a su tiempo. Con una gran formación humanística y financiera, además de políglota, tal y como se aprecia en sus cartas y cuadernos de cuentas que conserva la familia Alvear, redactados en español, inglés y francés y que recogen tanto sus gastos domésticos como sus inversiones financieras o la evolución de los negocios familiares, entre los que destaca Bodegas Alvear.

Tras fallecer Luisa en 1859, continúan los viajes familiares por Europa; viajes que también compaginan relaciones sociales con relaciones empresariales, contribuyendo al reconocimiento del vino de Montilla en el mundo, especialmente en Inglaterra.

En 1860 Sabina viaja a Francia y Suiza con sus hermanos Tomás, Enrique y Candelaria, visitando París, Marsella, Berna y Lucerna. En julio y agosto de 1867 hace un viaje a la Exposición Universal de París con Candelaria y Tomás.


Pero quiero recordar el viaje que Sabina con 64 años y Candelaria con 56 realizan en agosto de 1879 a Inglaterra y Francia, con el objetivo principal de vender vino. Aunque aprovechan para visitar a Eugenia de Montijo, a petición de su madre, la condesa de Montijo, para que consuelen a la emperatriz por el fallecimiento de su joven hijo en tierras africanas.

En la carta de 4 de junio de 1879 dirigida desde Madrid a su hermano Francisco, anunciándole el viaje que iban realizar, dice Sabina: “Me parece que vamos a hacer una hombrada y a irnos este verano a Londres a ver si logramos alguna transacción directa que es lo que interesa, pues realmente es gran lástima tener tan gran negocio completamente parado (…).

Esta idea nos ha ocurrido, no hemos dicho nada a nadie, pero lo iremos madurando. Tú nos enviarás allí algunas botas o cuarterolas y poco hemos de hacer si no sacamos algún partido. Con la ayuda de Dios. Todavía tenemos buenos amigos y hay que ayudarse en buscar otros. ¿Qué te parece nuestro plan?". Por cierto, la carta empezaba con la siguiente anotación:

2 botas a 10 o 12 duros.
2 botas a 6 o 7 duros
2 cuarterolas 16 o 20
2 a 4 3 y medio a 4
Una caja de cada clase con 50 botellas
.

BODEGAS ALVEAR

Pero, sobre todo, de Sabina Alvear hay que destacar su determinación por distinguir y poner en valor el vino de Montilla. Y así lo refleja en la carta que dirige a su hermano Francisco, de 9 de agosto de 1879, desde Carabanchel (Madrid), donde se alzaba el palacio de la Condesa de Montijo y Sabina pasaba allí unos días: “Las cajas de vino creo deben llevar como marcas ALVEAR y Montilla”, resalta.

Hasta el fallecimiento de su hermana Candelaria, Sabina continuó viajando con sus sobrinas Luisa y María Alvear Gómez de la Cortina y con su sobrino “Paquito”, sexto conde de la Cortina.

Candelaria Alvear y Ward


Candelaria era la menor de los hermanos Alvear y Ward. Nació en Cádiz en 1823 y la mayor parte de su vida y viajes los compartió con su hermana Sabina, que le sobrevivió a pesar de ser ocho años mayor. Sus cartas también reflejan un minucioso seguimiento de sus inversiones, de su patrimonio familiar y de la bodega.


Por ejemplo, en su carta de 11 de noviembre de 1876, dirigida a su hermano Francisco desde Madrid, señala: “Se ha cobrado en la Caja de Depósitos los ferrocarriles tuyos, son 8130 R líquido y hoy se debe haber cobrado el 3% (…).  Vázquez habló en Córdoba con nosotras mucho sobre la mina, quedó en escribirte detalladamente y enviarte copia del informe del esperable”. Pero, sin duda, son los minuciosos cuadernos de cuentas y los preciosos dibujos de Candelaria un buen ejemplo de su inteligencia y de su personalidad.

Para concluir estas dos entregas dedicadas a mujeres destacadas de la familia Alvear, solo me resta despedirme con una mención especial a mi madre, Carmen Alvear, y a mi abuela Chiqui Zubiria, que siguieron transmitiendo su amor por Montilla, su historia y su vino.

CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: J.P. BELLIDO / FUNDACIÓN ALVEAR

BODEGAS ALVEAR


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