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José Antonio Hernández | Miedo líquido

Aunque algunos piensen que no es necesario aprovechar esta oportunidad para leer un libro sobre la ola de miedo que nos invade, nos contagia de un malestar paralizante y nos genera indecisiones, errores y fracasos, he decidido leer y comentar Miedo líquido (Barcelona, Paidós), una obra en la que Zygmunt Bauman nos explica de manera clara, profunda y detallada el miedo y los miedos que todos experimentamos.


Estoy seguro de que quienes se decidan a abrir sus páginas encontrarán claves interpretativas y, sobre todo, fórmulas prácticas para desactivarlos. Fíjense en su manera clara de afirmar que “el miedo constituye, posiblemente, el más siniestro de los múltiples demonios que anidan en las sociedades abiertas de nuestra época. Pero son la inseguridad del presente y la incertidumbre sobre el futuro las que incuban y crían nuestros temores más imponentes e insoportables”.

El miedo, un sentimiento de defensa común a todos los animales, en los seres humanos es un mecanismo racional y psicológico necesario para la supervivencia, aunque a veces lo nieguen quienes lo confunden con la “cobardía”. El autor nos advierte cómo los peligros se encargan de recordarnos su realidad a pesar de las medidas de precaución que se han adoptado y cómo “regularmente son desenterrados de las mal cavadas tumbas en las que han sido enterrados (apenas unos centímetros por debajo de la superficie de nuestra conciencia) y son brutalmente arrojados al candelero de nuestra atención” (p. 26).

Estoy de acuerdo en que, en el fondo, el miedo es el vértigo originado por la oscuridad ante el abismo de lo extraño, de lo insólito y de lo desconocido, y en que brota del conocimiento de nuestra propia fragilidad y, en consecuencia, del temor a la muerte.

En mi opinión, es especialmente oportuna su advertencia sobre el miedo generado por el crecimiento de nuestra capacidad humana para autodestruirnos de una manera total. Me ha resultado agudo el análisis de la contradicción que se produce cuando ese riesgo de destrucción se origina mediante los esfuerzos desarrollados para proteger a poblaciones privilegiadas pero que su consecuencia directa es que aumentan las “agresivas desigualdades”.

Si la idea de una “sociedad abierta” representó originariamente la determinación de una vida libre y orgullosa de su apertura, es constatable que hoy evoca la experiencia aterradora de unas poblaciones vulnerables que, abrumadas por fuerzas que no pueden controlar ni comprender plenamente, se sienten horrorizadas ante su propia indefensión y obsesionadas con la inseguridad de sus fronteras y de la población que reside en su interior.

La descripción detallada de la serie de miedos actuales y las preguntas concretas que Bauman nos formula a nosotros en estos momentos es, a mi juicio, una manera lúcida y saludable para orientarnos en las tareas permanentes de descubrir las fuentes comunes de nuestros diferentes miedos, y unas pautas prácticas para que analicemos los obstáculos y para que descubramos las maneras de desactivarlos. Como el mismo autor nos dice, “es una invitación para que pensemos y para que actuemos”.

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO