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Mercedes Obies | Dejad vivir

No entiendo lo que está pasando. No sé si todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor es la verdadera vida o es un simulacro de ella. ¿Hemos vivido? ¿Estamos viviendo? Cada día me hago más preguntas y todas terminan en lo mismo. ¿Qué es la vida? ¿Realmente somos dueños de nuestro destino? ¿O nos hacen creer eso y simplemente estamos manipulados como sociedad? Me vienen tantas cosas a la cabeza que, sinceramente, no sé por dónde empezar.


Siempre me he preguntado qué es vivir y por qué en muchas ocasiones de mi vida no siento que estoy viviendo. ¿Vivir no era estar viva? Tú y yo estamos viviendo. Cada uno guía su camino, su vida como quiere. Pero, si te apartas un poco del camino y lo ves desde más lejos, te das cuenta de que el resto de personas va hacia la misma dirección. No todas toman el mismo trayecto, pero todas llegan al mismo final.

He intentado correr en dirección contraria y no por tener miedo de llegar al final, sino por el simple hecho de sentir que, a pesar de los incontables caminos que existen, todos se guían por lo mismo: los de arriba.

Aléjate un poco más y mira todo tu alrededor. Contémplalo y no tengas prisa. Piensa todas las veces que has encendido la televisión. Siempre son noticias negativas: asesinatos, despidos, pandemia, miedo, incertidumbre... Si existen cosas buenas, ¿por qué no nos hablan de ellas? Porque la vida digna no la ponen al alcance de todo el mundo. Cuando debería ser un derecho vital poder vivir de verdad. Pero no es así.

Estudia. Estudia mucho para conseguir un buen trabajo. Es una de las frases que más me han repetido desde pequeña. Estudia y asegúrate un futuro. Y cuánto más le escucho, más me pregunto: ¿qué es de todas esas personas que quieren enriquecerse y no pueden? ¿Por qué querer saber sale tan caro? Dinero por unos conocimientos básicos. Y si después de conseguirlo quieres seguir estudiando, pagas el doble. Tanto dinero para luego ¿qué? Llegar a la cola del paro. De echar currículos en cualquier esquina y cruzar los dedos para tener un pellizco de suerte.

Te dicen que estudies para que te prepares. Pero que alguien me diga quién nos prepara de verdad. Te estoy hablando de estudiar como podría estar preguntándote por qué siguen muriendo personas de hambre. Y es que, si siguiera preguntando, no acabaría jamás. Pero quiero que llegues a entender todo lo que me está quemando por dentro.

Quien tiene la información tiene el poder; y quien tiene el poder, lo tiene todo. Ya no hablo de dinero. Qué fácil es llevar a las personas al rebaño con mentiras, manipulaciones y no dándoles la visión completa de la puñetera realidad.

Nos hacen vivir con miedos. Con la incertidumbre de lo que nos pasará mañana. ¿Cuántas familias están siendo desahuciadas por no llegar a fin de mes? ¿Cuántas han movido cielo y tierra para intentar conseguir vivir? Pero no pueden. No pueden vivir porque tienen la soga puesta al cuello. 

Trabajan, pero sus sueldos son de vergüenza. Porque trabajan sin parar y, aun así, no les llega para lo esencial. ¿No os estáis dando cuenta? ¿Cuántas personas hay intentando sobrevivir? Dejándose la piel día a día. Luchando para cumplir los caprichos de otros.

Volvemos a lo de antes: ¿por qué dicen que estudies para conseguir un buen futuro si conozco a personas con varias carreras, másteres y doctorados y están en la puta calle? Porque primero entra el primo de no sé qué colega; luego, este que da bombo y esta que está buena. Así de duro y así de claro. Podría ponerlo con otras palabras más bonitas, pero bienvenidos a la realidad que nos toca soportar.

Y habrá quien me diga: pues yo he estudiado y trabajo en lo que me gusta. ¡Qué suerte tienes! Poder invertir tu bien más preciado, tu tiempo, en algo que te hace sentir bien y es recompensado. Que si se quiere, se puede. Me he dicho mil veces esta frase. Millones, para ser exacta. Y cada vez estoy más segura de que me la repito por no rendirme ante el egoísmo de otros.

“Si se quiere, se puede”. Desde pequeña he pensado que he nacido para hacer algo bueno en la vida. No tengo ni la más remota idea de cómo hacerlo. Pero lo que sí tengo claro es que por mucho que me manipulen y quieran marcarme el camino, no podrán. Aunque tenga que dejarme la piel en él para seguir, pienso dejar huellas por un cambio mejor.

Si yo estuviese leyendo esto, me gustaría saber cuáles serían los cambios. Pues bien, cuando hablo de “cambios hablo de igualdad. De ponernos a todos en la misma línea. Con las mismas posibilidades para elegir. Si trabajamos de algo, que el sueldo sea digno y nos haga llegar a casa sin la ansiedad por no llegar a fin de mes. Que podamos seguir creciendo y aprendido.

Que haya más ratos de vida y no de robotización. Más valores. Más humanidad. Más realidad y menos mentiras. Más querer y menos herir. Más progresar por algo mejor y no retroceder para caer en el mismo error de sociedad.

Quiero que nos sintamos plenos en el camino al único final: la muerte. Quiero que desaparezca ese tabú. Ese miedo que existe sobre la muerte. Me da más miedo la vida que la propia muerte porque vivir como estamos viviendo podría considerarse un infierno. La inmensa mayoría vive con el corazón acelerado, desmotivado, perdido y agobiado.

Quiero más bien y menos mal. Quiero un camino que nos enseñe y que, cuando lleguemos, nos sintamos orgullosos de cada paso dado. Bastante difícil es vivir como para permitir que otros nos compliquen la vida más de lo que ya nos la podemos complicar nosotros mismos.

Vivid y dejad vivir.

MERCEDES OBIES