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Pepe Cantillo | Entre Pinto y Valdemorillo

Supongo que a la mayoría de lectores les suena la frase “entre Pinto y Valdemoro”. Ambos son pueblos de Madrid. En Internet aparecen diversas explicaciones del significado de dicha frase que intento resumir en pocas palabras. Los límites de ambas poblaciones dicen que los marca un arroyo. Un borracho saltaba de una orilla a la otra gritando “ahora estoy en Pinto y ahora en Valdemoro”; pero se cae al agua y dice “ahora estoy entre Pinto y Valdemoro”. Supongo que el contacto con el agua le despejó la cogorza que seguro que llevaba.



Otra explicación la da el historiador Gonzalo Arteaga. El origen de la frase se remonta, según él, al siglo XIII, como consecuencia de un pleiteo de tierras entre Madrid y Segovia. El rey Fernando III resuelve el asunto asignando Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia y mandó marcar la linde con mojones, algunos de los cuales existen aun.

Otra versión apunta que existía entre las dos poblaciones un asilo para personas con algún tipo de demencia y que la expresión original se usaba como sinónimo de “estar loco”. Otros datos apuntan a la bondad del vino de la zona y al pique por sabes cuál de ellos es el mejor.

Otra versión sostiene que ambas poblaciones son de origen musulmán y una fue conquistada por Alfonso VI después que la otra. El dicho surge de la convivencia entre musulmanes y cristianos. Otra versión apunta a que uno de los reyes, de camino a Aranjuez, solía parar en una casa de mala reputación y si alguien preguntaba dónde estaba el rey, la respuesta era “entre Pinto y Valdemoro” para no citar el lupanar.

En la práctica, actualmente solemos usar esta expresión cuando queremos dar a entender que algo no está lo suficientemente claro como para optar por A o por B, lo que nos lleva a una situación embarazosa. ¿A qué viene este galimatías? La respuesta la uno con Valdemorillo y entenderemos rápidamente el título y las explicaciones que le siguen.

Valdemorillo está hacia el norte de la provincia y a bastantes kilómetros de Pinto. Cuento esto en relación con el pelotazo y las irregularidades que han saltado estos días a la actualidad a costa del uso y abuso del manejo de dinero público. Recordemos que dicho dinero, según muchos políticos, es de todos y se puede hacer con él lo que se quiera.

Me refiero a la trama con el sugerente nombre “Enredadera” que aglutina a una amplia cantidad de pueblos y ciudades repartidos por buena parte de la geografía española. El dinero puede volar pero si los responsables de dicho capital público le ponen alas. En este caso le han puesto alerones de alta resistencia.

¡Enredadera! Buen nombre para calificar un embrollo de irregularidades, favores, sisas por doquier... Se pone en marcha una macrooperación contra una trama que manipuló licitaciones para adjudicar contratas en decenas de municipios para poner semáforos, radares, aplicaciones informáticas para dirigir el tráfico rodado, cámaras de control...

Estamos ante un chanchullo más que amañó adjudicaciones publicas en mas de 40 ciudades y pueblos de todo el país para favorecer a una filial del grupo Sacyr. Los ayuntamientos implicados están gobernados por PSOE, PP y Ciudadanos. Aunque a estas alturas no nos sorprende ya nada, en este caso sí es posible sorprenderse algo.

Novedad y curiosidad. Según datos, estaríamos ante el primer caso de corrupción municipal que afecta también al casi recién llegado y bautizado grupo político de Ciudadanos en la persona de algunos dirigentes de dicho partido. Como botón de muestra, el alcalde de Arroyomolinos, que está implicado, pertenece a Ciudadanos.

Corrupción, vicio, depravación… Hay muchas otras palabras sinónimas. Solo una me alarma: "inmoralidad" porque, a estas alturas, ya ni nos sorprende el escándalo montado. Total, uno más…Entre los ayuntamientos implicados está Pinto y Valdemorillo lo que explica la licencia que me he permitido jugando con el dicho que da título a estas líneas. Valdemoro no tiene nada que ver, que sepamos, en este “fregao” de listillos.

El dinero público no es de nadie y se usa para lo que haga falta, por supuesto a criterio de la autoridad competente. Los implicados no han robado ese dinero público, solo han puesto la mano para recibir regalo o han pegado una mordida exigiendo parte de dinero en lo que se viene llamando una mordida.

Los que han obtenido las contratas de semáforos o cámaras de control de tráfico o radares han inflado el importe total para poder “pagar” (agradecer) a los funcionarios, cargos, jefes de policía … que han hecho posible el negocio. “La empresa pagaba religiosamente las respectivas comisiones a políticos y policías locales”, dice la prensa.

Es cierto que el político, el policía, el funcionario que tiene que hacer los informes no toca dicho dinero pero la mordida va adelante y, en su momento oportuno, pasará a manos de estos probos (perdón, inmorales) colaboradores desde dentro. ¿Quién pierde? No lo dudemos, el erario, puesto que dichas mordidas revierten en el precio final de la operación. Y todos contentos.

El rosario de fechorías es bastante amplio: fraude y prevaricación administrativa, uso de información privilegiada, malversación de dinero público, tráfico de influencias, cohecho y falsedad documental, alteración del precio de concurso… Aun se podrían añadir algunos calificativos más fuertes.

¿Consecuencias que podemos sacar de todo esto? La cúpula de Ciudadanos suspende de militancia a sus tres cargos detenidos en la redada. Según datos de prensa, se trata de Carlos Ruipérez, alcalde de Arroyomolinos (Madrid), el asesor Sadat Maraña (curioso apellido) y el diputado Juan Carlos Fernández, ambos de la Diputación de León. Si hacemos una comparación fuera de tiesto, hay que tener en cuenta lo jovencito que es dicho partido y lo pronto que ha aprendido.

Hace unos días salta una liebre más de las muchas que pueden estar esturreadas por los campos de este país. ¡Oh, sorpresa! La Diputación de Valencia sigue teniendo fraudes, engañifas, gatuperios o chanchullos... En este caso, el trapicheo viene por parte de PSOE y Compromís. No en vano, se lee en la prensa: “Detienen el 27 de junio al presidente socialista de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, por corrupción junto a cinco personas más”.

Todos han sido puestos en libertad con cargos. Los chanchullos en dicha Diputación ya tienen historia y Divalterra, la empresa pública dependiente de la Diputación, tiene larga historia de corrupción tanto ahora con socialistas y Compromís como cuando se llamaba Imelsa y estaba bajo la tutela protectora del PP. Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol.

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: BLOG DE PALOMA TORRIJOS
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