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Aureliano Sáinz | Arquitectura: Pei

Hay obras singulares que, a pesar de la polémica que generan inicialmente, acaban haciendo mundialmente famosos a sus autores, aunque su trayectoria creativa haya sido muy larga y sin que hasta entonces fuera totalmente reconocida. A todos nos viene a la mente como caso paradigmático el de la torre Eiffel de París, proyectada por el ingeniero francés Gustave Eiffel (1832-1923) para conmemorar la Exposición Universal que se iba a celebrar en 1889.



Así, en pleno centro de París, una gran torre de estructura de hierro, que más que una obra de arquitectura recordaba a una de ingeniería, generó en su momento una enorme controversia; sin embargo, con el paso de los años acabó convirtiéndose no solo en el símbolo de la ciudad, si no, también, en el mayor monumento conocido de Francia.

Sin alcanzar el nivel de relevancia de la torre Eiffel, lo cierto que el proyecto de “la pirámide de cristal” que el presidente francés François Mitterrand encargó al arquitecto estadounidense de origen chino, Ieoh Ming Pei, para unificar los accesos al emblemático museo del Louvre, logró que inicialmente el proyecto tuviera muy pocos apoyos en los medios intelectuales, pues entendían que la propuesta chocaba frontalmente con la arquitectura del palacio del Louvre.

Pero antes de penetrar en algunos de los trabajos más significativos de Pei, quisiera aportar ciertos datos biográficos extraídos del libro dedicado a su vida y su obra escrito por el también arquitecto Bruno Suner.



Ieoh Ming Pei nació el 26 de abril de 1917 en Cantón, aunque pasa su primera infancia en Hong Kong. Su padre, economista renombrado, ejerció allí altas responsabilidades en los medios bancarios. Posteriormente, la familia se instala en Shangai cuando es promovido a la dirección del Banco de China.

Al joven Pei le fascinan las grandes construcciones que se levantan en la ciudad de Shangai. Años después, con el beneplácito de su padre, parte para Estados Unidos con el fin de iniciar los estudios de Arquitectura. En 1935 llega a San Francisco, pero no tarda en dirigirse al MIT (Massachusetts Institute of Technology) de Cambridge, puesto que la formación en este centro, más técnica, se encontraba próxima a la idea que tenía de la construcción.

Se titula en 1940, con la convicción de la que la arquitectura y la ingeniería deberían estar plenamente integradas. Con este enfoque realiza sus numerosas obras en su país de adopción, hasta que su fama se extiende internacionalmente cuando proyecta la obra de accesos al Museo del Louvre de París.

En la actualidad, Ieoh Ming Pei cuenta con 101 años, sin haber dejado su trabajo de arquitecto. Se encuentra dentro de ese grupo amplio de arquitectos longevos que siguen en activo, caso del brasileño Oscar Niemeyer que llegó a la edad de 104 años en plena actividad creativa.



Tal como he apuntado, la obra que se asocia con Pei es la pirámide de cristal que se encuentra en el denominado patio Napoleón del palacio del Louvre, lugar en el que se ubica el museo del mismo nombre.

El museo del Louvre, estrecho y alargado, antes de su remodelación contaba con distintas entradas de acceso, lo que daba lugar a que cada una de ellas necesitara una batería de servicios asociados a cada vestíbulo. Se buscó una solución para integrarlas; no obstante, en la superficie, era prácticamente imposible alojarlas en un único edificio sin que no hubiera una gran alteración del entorno. El recurso encontrado consistía en utilizar el subsuelo del patio, dado que hasta la profundidad de nueve metros no se encontraría con las aguas subterráneas del Sena.

Sobre la solución adoptada, tomo las palabras del arquitecto Bruno Suner en las que nos dice: “El programa –de los más complejos a realizar– se perfila con la estrecha colaboración de los conservadores y de la Dirección de los Museos de Francia. Pei se rodea de sus colaboradores más experimentados en el dominio museológico. Confirmado oficialmente en su encargo en julio de 1983, somete de nuevo a consideración el resultado de sus estudios en noviembre. Desvela entonces al presidente francés lo que no tardará en alimentar una polémica político-artística resonante que ha pasado a los anales bajo en nombre de Batalla de las Pirámides”.

Acerca del párrafo anterior quisiera apuntar algunas consideraciones: Ieoh Ming Pei no era un novato cuando François Mitterrand lo elige para llevar adelante semejante encargo, pues ya contaba en su trayectoria con numerosos proyectos de museos en Estados Unidos; por otro lado, en ese mismo año de 1983, se le concede el Premio Pritzker, algo así como el Nobel de Arquitectura; y, como era previsible, una pirámide de acero y cristal como acceso al Museo del Louvre generaría mucha polémica entre aquellos que consideran que las intervenciones en contextos cargados de historia deben mimetizar la arquitectura original.



Quienes estando en París deseen visitar el Louvre, y si no descienden por los ascensores a la entrada general, se encontrarán, bajo la pirámide de vidrio colado y de la red tejida de tubos y cables de acero, una escalera helicoidal que le conduce al sótano que le comunicará con los servicios y los accesos al museo. Si se detienen para contemplar el techo de este gran vestíbulo, comprobarán que está realizado en madera de pino de Oregón. Así, el vidrio, el acero y la madera se unen de manera visible para darles la bienvenida a una de las obras arquitectónicas más brillantes y polémicas de las últimas décadas.



Puesto que de un arquitecto que ha superado los cien años inmersos en su profesión es difícil realizar una panorámica de sus obras en un artículo, tras la referencia a la intervención en el Louvre, quisiera hacer una breve referencia a un par de obras suyas muy conocidas para que se entienda su enfoque de articulación entre la arquitectura y la ingeniería.

Y podemos acudir a su proyecto para la biblioteca que con el nombre de John F. Kennedy realizó en Dorchester, dentro de la universidad de Massachusetts, entre 1965 y 1979. En este edificio, Pei articula las formas arquitectónicas primarias de triángulo, cubo y cilindro, de tal modo que logra un trabajo de una belleza singular, al tiempo que juega únicamente con dos colores: el blanco, para la biblioteca, y el negro, para el pabellón de vidrio y acero que se ensambla con el cubo.

En nuestro país se encuentran dos edificios del también estadounidense Philip Johnson de gran espectacularidad: las que se denominan Puerta de Europa y que con su inclinación parecen desafiar la ley de la gravedad.

Si cito estos edificios se debe también a que Ieoh Ming Pei entiende, en ocasiones, que la arquitectura debe liberarse de las leyes que marcan la gravedad, de modo que los voladizos adquieren una gran espectacularidad en sus trabajos. Pareciera que Pei sigue la idea estética del filósofo irlandés Edmund Burke (1729-1797) en la que se nos dice que “La belleza en peligro es una belleza más conmovedora”.



Por otro lado, recordemos que en la ciudad sureña de Dallas, en el año 1963, fue asesinado uno de los presidentes más carismáticos de Estados Unidos: John Fitzgerald Kennedy. Este magnicidio que conmocionó no solo al país, sino que también tuvo gran repercusión en el resto del mundo. A Dallas de la estigmatizó, de modo que se la empezó a conocer como la “ciudad del odio”. Para contrarrestar esta imagen negativa, el alcalde, Erik Jonsson, marcó una serie de objetivos para el futuro, uno de los cuales se centraba en el diseño de la ciudad, incluyendo el nuevo ayuntamiento.

El encargo se le realiza a Ieoh Ming Pei, quien aplica los criterios de Philip Johnson al futuro ayuntamiento de Dallas, que, comenzado en 1966, se inaugura doce años más tarde, es decir en 1978. De este modo, los voladizos que propone Pei parecen provocar una sensación de inquietud en el espectador que los contempla. Con el fin de compensar esta sensación de inestabilidad aparente, crea para la fachada tres torres verticales que parecen servirles de apoyo, aunque estructuralmente no ejercen tal función.

Desconozco si la espectacularidad del edificio respondía a los criterios del alcalde de Dallas, pero lo cierto es que este edificio, junto a la “pirámide de cristal” del Louvre, son las dos obras más citadas de Pei.

AURELIANO SÁINZ