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Aureliano Sáinz | Arte y horror: La muerte de Marat

La Revolución francesa de 1789 conllevó grandes transformaciones políticas y sociales, no solo en el país en el que se produjo, sino también en el resto de los países europeos y en las colonias latinoamericanas en el posterior siglo XIX. La rebelión contra las monarquías absolutistas o contra los estados colonizadores comienza a gestarse en Francia a partir de las ideas de la Ilustración, que se difunden a partir de mediados del siglo XVIII, especialmente, en Francia, Inglaterra y Alemania.



Aunque cuando se habla de la Ilustración se suele citar a escritores, filósofos y científicos, hay que tener en cuenta que también hubo artistas que se adhirieron con fervor a los principios de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, valores que configuraron el lema que presidió el levantamiento del pueblo francés contra la monarquía de Luis XIV.

Uno de esos apasionados artistas que, inicialmente, se puso del lado de la Revolución fue el pintor Jacques-Louis David (1748-1825). De este modo, su lienzo titulado La muerte de Marat se convirtió en un símbolo que ensalzaba ‘el martirio’ de uno de los protagonistas de las revueltas contra el absolutismo de la monarquía francesa.



El conjunto de la obra de Jacques-Louis David hay que encuadrarlo dentro del realismo de corte neoclásico, por lo que en sus lienzos era fácil ver las referencias a la antigua Roma. Esto se puede comprobar en la que llevaba como título El juramento de los Horacios que pintó cinco años antes de la Revolución, es decir en 1784. Algunos críticos de Arte han querido ver en la escena de este cuadro una llamada al pueblo francés a levantarse en armas.

Cierto que una de las interpretaciones que puede hacerse de este cuadro de David es aquella que remite a la idea de que el deber colectivo está por encima de los sentimientos o intereses personales. Es lo que se deduce de la imagen unida de los Horacios, los tres hermanos mellizos que se ofrecen a la defensa de los derechos del pueblo romano en sus disputas con la ciudad de Alba Longa. Está claro, por otro lado, que el saludo que muestran fue tomado por los nazis y los fascistas como identidad de sus ideologías totalitarias.



De todos modos, el lienzo más conocido de David acerca de la Revolución francesa (y que es el motivo central de este artículo) no es ninguno que mostrara y ensalzara a la población en armas. Sin lugar a dudas, el más famoso sería el que hiciera Eugène Delacroix años más tarde cuando pintó La libertad guiando al pueblo, aludiendo al levantamiento del pueblo de París cuatro décadas más tarde de la Revolución de 1789.

Esta obra conmemora la insurrección parisina del 28 de julio de 1830. En la misma se muestra una escena del pueblo armado ante la supresión del Parlamento por parte del rey Carlos X de Francia. El lienzo, que en la actualidad es posible verlo en el Louvre, se convirtió en un verdadero icono de la rebeldía contra las leyes que se imponen de manera despótica a la población.

Con todo, hay que reconocer que a veces se ha utilizado de forma descontextualizada y sin referencias a su significado original, como fue el caso del uso que hiciera el grupo Coldplay cuando acudió a esta imagen para que fuera portada de su disco Viva la vida.



Tal como he apuntado anteriormente, el cuadro más conocido que hace referencia a la Revolución francesa no es ninguno que aluda a los alzamientos del pueblo francés, sino aquel que muestra el asesinato que llevó a cabo la joven girondina Charlotte Corday cuando apuñaló en su bañera a Jean-Paul Marat, uno de los políticos e intelectuales más influyentes e inflexibles de los cabecillas del alzamiento contra Luis XIV.

Para comprender el significado de La muerte de Marat, conviene saber que Jean-Paul Marat había nacido en 1743 en el señorío prusiano de Neuchâtel, que, en la actualidad, pertenece a la confederación suiza.

De joven estudió medicina y física. Sin embargo, sus tempranas inclinaciones revolucionarias le alejan de la práctica de sus estudios, ya que, con bastante antelación al estallido de la Revolución francesa, había publicado en Inglaterra el manuscrito Las cadenas de la esclavitud en el que, con sus propias palabras, denunciaba “los desvergonzados crímenes de los príncipes contra el pueblo”.

Más tarde, en 1789, el mismo año de la Revolución, fundó en París su periódico L’Ami du Peuple (El Amigo del Pueblo), dado que, siendo miembro electo de la nueva Asamblea Nacional, se impuso a sí mismo el papel de guardián “para vigilar la Asamblea Nacional, descubrir sus errores, guiarla siempre por el camino de los buenos principios, formular y defender los derechos de los ciudadanos y controlar las decisiones de la autoridad”, tal como aparecía escrito en el propio periódico.

Lo cierto es que, con sus inflexibles planteamientos, Marat se creaba enemigos por todas partes, pues no solo luchaba contra los realistas (revolucionarios moderados), sino también contra los revolucionarios burgueses, aquellos que, según el mismo pensaba, se aprovechaban de la Revolución o la respaldaban para sus propios intereses.

No es de extrañar, pues, que en L’Ami du Peuple escribiera que el terror era legítimo para la Revolución, puesto que “la sociedad debe librarse de sus miembros corruptos. Quinientas o seiscientas cabezas cortadas habrían garantizado libertad y felicidad (…), ya que una humanidad falsa costará la vida de miles de vuestros hermanos”. Esta era la apelación que hacía a los revolucionarios franceses.

Su periódico se prohibió muchas veces, y él mismo era perseguido, por lo que tenía que ocultarse durante largos períodos en sótanos sin salir de los mismos. Esto condujo a que enfermera y padeciera erupciones cutáneas y que los fuertes picores los aliviara con baños continuos, dado que el agua le calmaba sus dolencias. No obstante, en la bañera seguía escribiendo sus textos para que fueran publicados en L’Ami du Peuple.

Esta era la situación en la que se encontraba, cuando, por la tarde del 13 de julio de 1793, Charlotte Corday, una joven provinciana perteneciente a los girondinos, grupo político rival de los jacobinos, se presenta en el edificio en el que residía Marat. La portera intentó impedir que penetrara en el lugar; no obstante, al escucharla Marat tras la puerta, permitió que la chica penetrara.

Según algunos biógrafos, a Charlotte Corday que venía de Caen, y una vez en su presencia, le invitó a que le explicara cuál era el estado de los diputados girondinos que se habían refugiado allí. La joven, tras darle la información que tenía, le preguntó qué era lo que pensaba hacer con ellos. La respuesta de Marat fue tajante: “¡Les haré guillotinar a todos en París!”. Al instante, la joven sacó un cuchillo que ese mismo día había comprado por la mañana y acabó con la vida de Jean-Paul Marat.

El asesinato de Marat fue considerado por sus seguidores como el de un mártir de la Revolución francesa. Así lo expresó David, quien basándose en la imagen de “El descendimiento” de Cristo pintado Caravaggio dos siglos antes, le muestra yacente, con el brazo colgando, la cabeza inclinada y sostenida únicamente por el hombro, al tiempo que los paños blancos que le cubren son elementos que evocan la idea de martirio.

A la sobriedad del fondo, el pintor le añade la caja de madera sobre la que escribe una breve dedicatoria: “A Marat. David”. Por medio de los pinceles del artista, Jean-Paul Marat pasaría a convertirse en el mártir laico de la Revolución francesa. Años más tarde, sin embargo, David cambiaría de planteamientos, pues pasó a entronizar a Napoleón Bonaparte por medio de algunos de sus cuadros más conocidos y que pueden contemplarse en el Louvre parisino.

AURELIANO SÁINZ