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Carmen Posadas: “En las colonias anglosajonas existía el 'apartheid' pero en España se asumió el mestizaje”

Uruguaya de nacimiento, comenzó escribiendo para niños. Autora de ensayos, guiones, relatos y novelas. En La hija de Cayetana, Carmen Posadas nos dibuja a la hija negra de la XIII Duquesa de Alba. Para su investigación, la escritora tuvo acceso a los archivos de la Casa de Alba y pudo acceder al testamento de Cayetana.



La hija negra se enriqueció pero no pudo heredar el título. En el siglo XVIII, 800.000 esclavos negros llegaron a la península. Entonces eran un artículo de lujo. Pero su huella se ha perdido. Inexplicablemente, la presencia de esta raza ha desaparecido en nuestro país.

—‘La hija de Cayetana’. ¿Cómo surge la idea de escribir una novela sobre la hija negra de la XIII Duquesa de Alba?

—La idea me la dio una amiga. Y me sorprendió muchísimo, porque nunca pensé que hubiera esclavos en la península. Yo soy uruguaya y sabía que los había en las colonias, pero resulta que los había también aquí en España.

—De ella se sabe muy poco. Venía de Cuba, hija de esclavos y se la regalaron a la Duquesa. ¿El resto es ficción?

—El libro está estructurado como la historia de dos madres. Entonces, toda la parte de la madre adoptiva, que es la Duquesa de Alba, es rigurosamente histórica, y donde he tenido que utilizar la imaginación es en la otra madre, que es la esclava.

—Tuvo acceso al archivo de la Casa de Alba y pudo acceder al testamento de Cayetana. La hija negra se enriqueció pero no pudo heredar el título.

—En el siglo XVIII los hijos adoptivos no tenían exactamente los mismos derechos que los hijos legítimos. Imagínate el escándalo que hubiese sido que una niña negra se convirtiera en Duquesa de Alba.

—Su novela dibuja, de fondo, un fresco apasionante de la Corte de Carlos IV. Con personajes muy conocidos: Gogoy, Malaspina o María Luisa de Parma. ¿Cómo era esa España?

—Se parecía mucho a la actual, en el sentido de que estaba muriendo una sociedad: el Antiguo Régimen, que estaba completamente corrupto y decadente. Y está surgiendo una nueva clase política, como está ocurriendo ahora. Yo no creo que esto vaya a acabar en revolución ni nada por el estilo aunque, como decía Mark Twain, la historia no se repite pero rima.

—Pero el libro también es una denuncia sobre la esclavitud en la España del siglo XVIII. Según usted, el mayor genocidio de la Historia.

—O sea, palidecen las purgas de Stalin, las purgas de Mao Zedong, comparadas con lo que ocurrió desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XIX. Millones y millones de personas arrancadas de su lugar de origen. Muchos morían antes de embarcar, otros durante la travesía y los que llegaban a las colonias tenían una esperanza de vida de 30 años.

—Al mismo tiempo, dice que España es el país menos racista que existe. De ahí el inmediato mestizaje.

—Sí. Es una diferencia muy considerable entre las colonias inglesas, en las que casarse con una persona de color era delito, ibas a la cárcel. Eso explica que en las colonias anglosajonas exista el apartheid y la segregación racial y, sin embargo, en España se asuma el mestizaje, que es el mejor antídoto contra el racismo.

—Cayetana, como toda mujer del siglo XVIII, era libre. Todas eran más libres que la mujer de mediados del siglo XX en España. ¿Por qué ese retroceso?

—La revolución francesa trae una nueva clase social que es la burguesía, y la burguesía era mucho más puritana que las clases altas. Y entonces se instala un nuevo puritanismo que dura hasta bien entrado el siglo XX.

—800.000 esclavos negros llegaron a la península. En el siglo XVIII eran un artículo de lujo. Pero su huella se ha perdido. Excepto en Gibraleón (Huelva). Qué extraño, ¿no?

—Es asombroso. Sobre todo, sabiendo que en Andalucía quedan vestigios de japoneses, de los colonos alemanes de Carlos III, rubios y de ojos claros; por supuesto de árabes, gitanos y, sin embargo, de la población negra ningún historiador ha conseguido resolver este enigma. Si algún lector tiene la solución, por favor, que nos la cuente.

—En la novela caben hasta anécdotas. Como la invención de la dentadura postiza, del español Antonio Saelices.

—Que se hizo famoso en toda España porque no solo le puso dientes a María Luisa de Parma, sino también a la mujer de Napoleón, que mandó un emisario para le fabricara una castañeta, que así se llamaba. En aquel tiempo, nadie con más de 40 años tenía dientes.

—¿Son solo aparentes los paralelismos entre su XIII Duquesa de Alba y la desaparecida Cayetana Fitz-James Stuart?

—Se parecen muchísimo. Yo creo que es porque tienen circunstancias personales muy similares. Las dos son hijas únicas, las dos son dueñas de una enorme fortuna y, en lo personal, no son "esposa de" o "hija de", y las dos tenían un gusto muy particular sobre todo lo popular –los toros, los cómicos–. Se parecen muchísimo.

—Y las dos libérrimas.

(Ríe). Exacto, exacto. Y las dos libérrimas.

ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO
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