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Enrique F. Granados | El triunfo de la libertad

Señorías, compatriotas todos. Celebramos hoy, mediante este solemne acto, un día histórico para nuestra nación. Tras años de incesante trabajo, hemos conseguido alcanzar un acuerdo entre todos los sectores sociales para hacer avanzar nuestro país como nunca antes lo hizo. Debemos estar todos satisfechos y orgullosos de que este día haya llegado.



Un arduo y difícil proceso, en el que ha imperado el diálogo y el entendimiento entre las distintas fuerzas políticas de todo el espectro ideológico, ha culminado con este hecho histórico, solo comparable con la fundación de nuestra nación.

En efecto, podríamos hablar de una auténtica refundación en la que, por fin, la libertad de los ciudadanos impere por encima de cualquier otro elemento. Es un hito histórico mayor. En otras palabras: no es algo menor.

Esta reforma constitucional, que hoy hemos ratificado solemnemente, no se detendrá en una mera declaración de intenciones. En esta misma sesión aprobaremos un paquete de medidas consensuadas con todas las fuerzas políticas, que desarrollarán los preceptos contenidos en nuestra Carta Magna. No podemos demorar la entrada en vigor efectiva de este felicísimo hecho.

Quiero agradecer a todos los partidos del hemiciclo y a los ciudadanos que han respaldado de manera unánime en referendo el apoyo a esta nueva Constitución que hemos tenido el honor de impulsar. Finalmente, hemos encontrado un objetivo común para nuestro país, un propósito que nos une en el presente y que lo seguirá haciendo en el futuro, sustentado en la libertad individual de todos los ciudadanos, la misma que nos hará iguales ante la Ley y que nos permitirá a todos escribir nuestro sino, sin cortapisas, sin un Estado que dicte qué y qué no podrá hacer un ciudadano, sin más límites a su libre albedrío que el respeto al juego democrático.

Nada ni nadie detendrá la voluntad y la determinación de las personas que deseen el progreso y la prosperidad a través de sus acciones. Nadie volverá a verse impedido en sus posibilidades sociales, económicas y humanas. Nadie podrá coartar la libertad de los ciudadanos, ni siquiera el propio Estado que, por fin, se limitará a velar por el respeto de la Ley sin inmiscuirse en los asuntos de quienes por ella se rigen.

Nos hemos dado un marco legal de convivencia que amplía nuestras posibilidades vitales y nos ofrece un esplendoroso futuro en lo personal, en lo social, en lo económico. Un marco en el que podremos hacer uso, en toda su extensión, de la libertad personal, sin cortapisas de tipo alguno.

Desde todos los rincones del orbe se observa con admiración y, déjenme decirlo, hasta con envidia, la valentía demostrada por los representantes de la soberanía nacional. Nuestros socios y aliados nos admiran por este paso hacia el progreso y la modernidad. Un cambio liderado por nuestro país que abrirá nuevas sendas para el resto de naciones y que nos sitúa a la vanguardia de los países defensores de la libertad; un cambio que nos convierte en faro para el progreso de la humanidad.

Los prejuicios y viejos esquemas que nos anclaban aún en el siglo XIX, la dialéctica de clases sociales que intoxicaba el verdadero debate, que no es sino el de lograr la auténtica y completa libertad individual, ha sido desterrada sin posibilidad de reversión. Este acuerdo nacional nos ha dotado de un poderoso instrumento para el bienestar espiritual y material.

Por todo lo anterior, me llena de orgullo y satisfacción proclamar solemnemente la entrada en vigor de la nueva Constitución. A continuación, procederemos a lectura de la nueva Ley de Libertad Social por la cual se derogan, en primera instancia, la legislación laboral y civil.

Gracias a este avance legislativo se constituirá una nueva figura legal por la que cualquier ciudadano podrá negociar y acordar con cualquier empresa o particular la cesión de su faceta de fuerza de trabajo de manera indefinida y sin límite a los términos de esta, sin obligación de abonar cuotas de aseguramiento social obligatorias, las cuales quedan suprimidas en pos de la libre elección de proveedores de utilidades de todo tipo: sanitarias, indemnizatorias, educativas...

Y si, libremente así lo desea, podrá convenir una remuneración exclusivamente en especie como, por ejemplo, soluciones habitacionales o manutención familiar. Para maximizar el alcance de esta eficiente herramienta, se suprimirán todas las barreras de entrada y salida en el mercado laboral, para que nada coarte la libertad de elección de los ciudadanos. Solo las decisiones libres de los individuos conformarán, por agregación, un mercado perfecto en el que se premiarán los esfuerzos de quienes tomen las decisiones personales.

Gracias a esta nueva figura se incrementará el dinamismo del mercado de trabajo nacional y la competitividad, lo que, sin duda, nos convertirá en la economía más próspera de nuestro entorno y, por qué no decirlo, del mundo.

Los emprendedores y empresas van a gozar de unas condiciones inmejorables de creación de actividad económica y, por ende, se espera que lleguemos al pleno empleo en el corto plazo. De igual manera, los trabajadores tendrán a su disposición todas las posibilidades para su empleabilidad, superando por fin una situación en la que un estado sobreprotector y esclerótico coartaba la libertad de nuestros conciudadanos, trabajadores y empresarios.

Adicionalmente, gracias a la nueva Ley de Estabilidad de las cuentas nacionales, en su disposición adicional única, se procederá a asignar la parte alícuota de la deuda soberana entre los poseedores de la nacionalidad española. De esta manera, cada ciudadano, de manera libre, podrá hacer frente a su parte, en la manera en la que crea más conveniente.

La supresión de la deuda soberana ofrecerá una infinidad de posibilidades económicas a nuestra nación, que la hará aún más grande, aún más libre. La primera de esas posibilidades será la garantizada en la nueva Ley de Tributos, que prescribirá cualquier tipo de impuesto dado que son contrarios a nuestro nuevo ordenamiento jurídico.

Como reza el artículo de nuestra Carta Magna, "queda prohibido cualquier tipo de impuesto o tasa gubernamental ya que limita la libertad individual de los ciudadanos, precepto primero y principal del estado de derecho". Porque nuestra nación es, precisamente, libre y muy libre. Saludemos un nuevo tiempo que nos ofrecerá libertad absoluta a todos los que habitamos en este país. Muchas gracias.

ENRIQUE F. GRANADOS